Cerveza suave en su conjunto pero rica en matices y un álbum que pese a como pueda sonar es de todo menos insulso y prescindible.
Summer Ale de libro y poprock proto-glam.
Thornbridge, es una brewery inglesa creada en el condado de Derbyshire en 2005, esto representa bien poca cosa en la
vasta historia cervecera inglesa. Pero Thornbridge es especialmente importante porque junto
a Stefano Cossi, fué fundada por Martin Dickie. ¿Quién es Martin Dickie? Pues, ni más
ni menos, quien en 2007 abandonó Thornbridge para fundar Brewdog con JamesWatt.
Thornbridge, sobrevivió a la ruptura y aunque es obvio que,
hasta la fecha, no han tenido una progresión tan espectacular como la de
BrewDog (y además siempre arrastrarán el hándicap de ser conocidos por eso), se
puede decir tranquilamente que sobreviven por méritos propios. Por aquí es
complicado encontrar la totalidad de su gama. Normalmente apenas pueden verse diferentes
estilos de Pale Ales (IPA, APA, “South Pacific Pale Ale”), una Vienna Lager, una Imperial Russian Stout y
alguna colaboración. Pero su gama es bastante más extensa y, como buenos ingleses
que son, además de embotellar y embarrilar una parte importante de su
producción se acondiciona en Cask.
La cerveza que nos ocupa hoy es la Wild Swan, ellos le atribuyen
el apelativo de White Light Pale Ale y es, para que todos lo entendamos, lo que
se viene conociendo como una Summer Ale.
El álbum escogido para disfrutar de esta suave pero nada
insulsa cerveza ha sido el Hunky Dory del gran David Bowie.
Era 1971 y Bowie estaba lejos de ser la estrella que prometía
ser en el 69 con su Space Oddity (que funcionó más como single que como álbum).
Le siguió una etapa en la que se presentaban como The Hype, pero la idea no funcionó y en 1970 apareció el The Man Who Sold The World donde probó con algo más Hard Rock
y comenzó a explotar su aspecto andrógino, declarando ser gay para alcanzar más
popularidad, maquillándose,... Pero, pese a todo, fracasó de nuevo.
Así que volvió a lo que le había funcionado, a esa voz a la vez afeminada, desgarbada y melancólica. Acompañada por un sonido más pop que otra cosa, que le permitían decir absolutas barbaridades pero pudiendo sonarle bien a las madres.
Así que volvió a lo que le había funcionado, a esa voz a la vez afeminada, desgarbada y melancólica. Acompañada por un sonido más pop que otra cosa, que le permitían decir absolutas barbaridades pero pudiendo sonarle bien a las madres.
Pero Hunky Dory no es solo un álbum pop con golpes de guitarra acústica cantado por un
hombre con voz de veinteañera con alguna copa de más (¡vale! También puede
parecer una prostituta cincuentona borracha...). Sobre esas inofensivas melodías Bowie
recita letras que son de todo menos superficiales, pasa como si tal cosa por la sexualidad, la filosofía, el poder mundial, la enfermedad mental,...
Desde el principio, en Changes, confiesa que -a pesar de estar encontrando el estilo que más tarde le hará confirmarse como estrella del Rock- piensa seguir reinventándose.
Oh! You Pretty Things plasma la dicotomía de
plasmar profundas reflexiones, sobre músicas pop, melódicas y alegres. Este segundo tema, aunque cueste creerlo por esa melodía de aparente felicidad, esta basado en un futuro poco prometedor extraído de la literatura de ciencia ficción combinado con tesis de Nietzsche.
Después llega la canción más inocente del álbum, Kooks, donde
nos encontramos ante un Bowie desconocido relatándonos escenas familiares
dedicadas a su hijo recién nacido.
Sigue una lamentosa Quicksand, que pese a estar musicalmente
en el lado opuesto, rescata los mismos temas que se tratan en Oh! You Pretty Things y los
pone patas arriba. Nos habla de sectas ocultistas que se creían demasiado el
concepto nietzschiano del superhombre y que habían frecuentado los mentados
Himmler, Churchill y “Garbo”. También se menciona a Crowley, que era el tipo chungo que montaba
las sectas.
La siguiente Fill Your Heart es una especie de himno hippie que rebosa
buen rollo, libertad y felicidad. Seguramente más una burla de lo que no llegó a ser que otra cosa.
Las tres pistas siguientes son dedicadas a tres artistas que
gozaban de gran éxito y reconocimiento en aquellos momentos, aunque la admiración de Bowie por
ellos era dispar. En la primera, Andy Warhol, se homenajea al artista que para
Bowie represento una fuente de inspiración imprescindible. Es necesario saber de esa admiración ya que no
muestra reparos en hablarle de tu a tu y describirle tal y como el lo ve. De hecho, a Andy Warhol
no le gustó la canción porque pensó que se reía de su aspecto.
En la siguiente Song For Bob Dylan, se atisban más aires de mofa que de elogio, Bowie le habla con despreció y lo acusa de inaccesible y de acomodado, aunque no esta descartado que en el fondo Bowie admirará al rey del Folk-Rock. El tema parodia la Song to Woodie del propio Dylan ya en la primera linea, pero invirtiendo totalmente el tono y el lenguaje (Bowie llama a Dylan por su nombre de pila). Todo esto en un tema que calca el
estilo Dylan en lo musical y de forma muy lograda también en la voz, que lo hace todo
aún más pernicioso.
Y le sigue una increíble Queen Bitch, un sincero homenaje al
sonido Velvet, una muestra de admiración por Reed y lo que hacían los de New York. Y le
quedó tan bien que por si sola Queen Bitch ejemplifica perfectamente lo que
será el Ziggy Stardust y el Glam Rock bowieriano.
El álbum finiquita con The Bewlay Brothers una canción difícil
de interpretar y que al parecer está dedicada al
hermano de Bowie que padecía esquizofrenia. En cualquier caso, es un tema en
forma de balada tan lúgubre y siniestro que cierra el disco dejando un regusto
extraño. Parece que en la última canción por fin música y letra se ponen de
acuerdo después de haber corrido por su cuenta durante todo el disco.
Así Bowie en Hunky Dory sienta las bases de lo que será su
gran éxito unos meses después, el The Rise And Fall Of Ziggy Stardust And The Spiders From Mars, que plasmará como ningún otro la cumbre de su inspiración, su éxito y, también, su
excentricidad. Hunky Dory se queda a un paso pero es igualmente un disco
imprescindible.
La Wild Swan al servirse presenta una espuma muy blanca de
burbuja irregular, con buena presencia aún sin ser muy abundante. Tampoco
destaca por su retención pero aún así no se desvanece completamente,
permaneciendo durante toda la toma con una fina capa cubriendo el líquido.
Presenta un color dorado pajizo y una efervescencia visible con burbujas que
suben rápidamente por el líquido totalmente transparente.
En nariz destacan aromas a lúpulos cítricos (puro limón) y
herbales (hierba recién cortada). El
perfil aromático de la malta es casi imperceptible, en cambio, se puede sentir
algún compuesto de la levadura. La conjunción de estos aromas acaba mostrando también
especies (pimientas), resinas suaves.
En boca destaca la frescura, potenciada por la carbonatación
que sin ser excesiva es considerable e incluso alta para una cerveza inglesa. Invita a un trago muy largo por su baja
graduación (3,5%) y su amargor muy moderado. No destaca por su cuerpo, algo que no
es un “defecto” si hablamos de una Summer de tan baja graduación. Se muestra
seca pero sin nada de astringencia, lo cual la hace aún más refrescante.
En el retrogusto
vuelven a aparecer las notas herbales del lúpulo y algo de uva dulce.
Pues finalmente estamos ante un maridaje birromusical muy
curioso. Wild Swan que desde un principio (por graduación y aspecto en el vaso
básicamente) podía parecer de lo más insulsa, resultó tener algo más que
aportar. De manera similar pasa con Hunky Dory, lo escuchas y te parece
liviano, popero, que alterna con buen criterio entre baladillas bien hechas y
temas algo más rock. Pero resulta estar repleto de complejidades y es que la “locura”
de Bowie estaba reciente a explotar y se dejaba ver algún que otro atisbo de
genialidad. Quizás la Wild Swan no sea tan completa como para manejarse con
estas complejidades, pero sintoniza perfectamente con la escucha superficial del
disco en un mediodía soleado de primavera degustándola bien fresquita, ya que
al calentarse afloran algunas de sus carencias.